miércoles, 22 de abril de 2020

Vacío

Días como hoy en los que sólo te apetece apartarte y simplemente desaparecer. Días en los que no eres capaz de prestarle atención a absolutamente nada porque tu mente divaga por océanos de incertidumbre, sin tener la más remota idea de hacia dónde avanzar, cuando ni siquiera sabes de donde vienes.

Minutos que no avanzan, horas eternas y lágrimas que desean salir rompiendo la calma de tus ojos, pero no está permitido rendirse, no hay necesidad de mojar tu rostro, pues no hay razón, más que las infames imaginaciones antes las que te enfrentas en tu mente y contra las que luchas por saber qué hay de cierto en ellas.

Si pudiese elegir simplemente cerraría los ojos y desearía que pasase la tormenta, volver a despertar ante un mundo nuevo en el que saber a ciencia cierta hacia donde avanzar, sin temer nada ni a nadie, pisar con seguridad a cada paso que des y nunca retroceder, ni mirar atrás siquiera, pues lo pasado, pasado está y para bien o para mal, nunca regresará.

Lo que deparará el futuro nadie lo sabe, ese miedo irracional domina nuestra mente, al no saber con qué podemos encontrarnos, por eso a veces es mejor cerrar los ojos y avanzar a ciegas. El riesgo no se empequeñece, pero avanzar observando el vacío y no poder retroceder, es peor que llegar a oscuras y caer sin más, adentrándote en ese hoyo sin fondo en el que no dejas de caer y deseas que pronto aparezca un suelo firme con el que frenar aunque el golpe sea duro, al menos se disipará el temor de no saber si sobrevivirás a semejante caída, simplemente yaciendo sobre un suelo frío y sin forma, sin ningún lugar al que aferrarte, viendo cómo se apaga la luz que dejaste atrás. Y todo acaba, sin dar lugar a más miedos e incertidumbres, simplemente, ya no hay nada. El vacío.

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